Radio Victoria

Donald Trump, el expresidente republicano afirmó en Eagle Pass, en la frontera texana con México, que “la crisis migratoria es una invasión, una guerra”, dejando en claro que el tema de control fronterizo será uno de los principales campos de batalla de la próxima elección presidencial.

Esta diatriba, por el mero hecho de haber sucedido, marca un triunfo republicano al obligar a los demócratas a la defensiva sobre una temática que ya fue central en la primera campaña exitosa de Trump en 2016, quien ahora repite el mismo guión racista y belicista.

Entre recriminaciones mutuas, tanto Trump como el actual presidente demócrata Joe Biden, acudieron el jueves a puntos fronterizos diferentes en Texas. Trump acusó en Eagle Pass la invasión de indocumentados y una ola de crímenes cometidos por éstos, y en Brownsville Biden responsabilizó al magnate de descarrilar un proyecto de ley bipartidista para la seguridad limítrofe.

En esta puja, no sorprende que el presidente de la Cámara Baja -la figura más poderosa del gobierno estadounidense después del presidente y vicepresidente-, el republicano Mike Johnson, haya señalado que “Somos Estados Unidos. México hará lo que nosotros digamos”, tras argumentar que Biden no quiere ejercer su poder y obligar a México a que actúe para frenar el flujo migratorio en la frontera.

Añadió que Biden no necesita leyes adicionales para controlar y hasta cerrar la frontera. “¿Cómo reduces el flujo? La respuesta es sencilla: reinstalas Quédate en México”, afirmó Johnson. Señaló que reimplantar ese programa reduciría el flujo en 70 por ciento, cifra que no tiene asidero real, porque los analistas estadounidenses que la estudiaron la última vez que esa medida estuvo vigente concluyeron que no estuvo nada cercano a ese impacto.

Johnson señaló que le reiteró ese planteo a Biden en la Casa Blanca, pero él contestó que no podía hacerlo. “Le respondí que eso no era cierto. Él dijo, ‘pues México no quiere eso’. Le insistí, señor presidente, somos Estados Unidos, México hará lo que nosotros digamos”, añadió.

El Quédate en México, fue implementado por Trump: los solicitantes de asilo en Estados Unidos son obligados a permanecer del lado mexicano mientras sus peticiones son evaluadas. Biden lo suspendió como contrario a las normas estadunidenses sobre refugiados y México ha declarado que no lo aceptará de nuevo.

Es más, Trump, en sus discursos, cuenta cómo amenazó a México con aranceles para obligar a su gobierno a aceptar Quédate en México y con mover unas 28 mil tropas a su frontera sur.

En su vista a Texas, Biden ha estado despachando con representantes de las patrullas fronterizas y los servicios migratorios antes de dar un discurso en que se ha mostrado conciliador y ha pedido a Trump, que apoye la ley que pactaron republicanos y demócratas para aumentar la seguridad en la frontera. 

“El acuerdo bipartidista sobre seguridad fronteriza sería una victoria para el pueblo estadounidense”, ha dicho, destacando que le daría la capacidad de “cerrar temporalmente la frontera”, algo que se activaría cuando el número de cruces ilegales superase ciertos umbrales.

Trump no se anduvo con contemplaciones.Ofreció un discurso incendiario, pleno de falsedades y mensajes xenófobos y ultraderechistas, como acostumbra a hacerlo. “Estas son las personas que están entrando en nuestro país, y vienen de cárceles y vienen de prisiones y vienen de instituciones mentales y vienen de manicomios y son terroristas. Los están introduciendo en nuestro país. Y es horrible”, dijo Trump.

Mientras, en Texas, el juez federal Allen Ezra ordenó al gobierno estatal suspender una ley que otorga autoridad a la policía para detener a individuos sospechosos de ser inmigrantes indocumentados, bajo el argumento de que enfrenta una invasión por su frontera y que tiene el derecho de actuar de manera unilateral para enfrentarla. Pero el juez  afirmó que esa ley amenaza la noción fundamental de que Estados Unidos debe regular a la inmigración con una sola voz, o sea, que es una función federal.

Los republicanos se atienen ahora a una narrativa de que el problema de la frontera sur es que Biden ha sido demasiado deferente con México y no está obligando al mandatario mexicano, Andrés Manuel López Obrador, a reimponer medidas como Quédate en México, tal como lo logró el entonces presidente Trump. Ese mensaje ahora se repite en el Congreso -pueba de ello son las declaraciones de Johnson-, así como en la frontera y en actos de campaña a través del país.

“Esta es una invasión, Biden (…),una ola de crimen migrante”, aseveró Trump en Eagle Pass, con el gobernador antimigrante Greg Abbott a su lado, al mencionar delitos cometidos por inmigrantes indocumentados: “Esto es como una guerra”, proclamó en lo que es y será su mensaje constante.

Biden, en su visita a Brownsville –un cruce fronterizo que no ha sido afectado por la llamada crisis migratoria reciente– responsabilizó a Trump de descarrilar un proyecto de ley bipartidista de seguridad fronteriza que promovió con medidas para contratar a otros mil 500 agentes fronterizos y, resaltó, la autoridad para cerrar la frontera de manera temporal, entre otras iniciativas, que buscaba solucionar la crisis en la frontera. 

David Brooks y Jim Cason señalan que esa iniciativa de Biden ya era prueba de que los republicanos habían logrado obligar al presidente a ceder a sus exigencias de tomar medidas extremas, incluyendo cierres de la frontera para abordar la supuesta crisis migratoria, contemplando medidas impulsadas por Trump cuando era presidente.

Obviamente el debate no es sobre cómo resolver el problema, sino de cómo usarlo en el teatro electoral. Los inmigrantes y sus experiencias son sólo partes secundarias del reparto en esta obra.

*Antropólogo y economista mexicano, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

Fuente: rebelion.org

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