Moscú. En apenas un mes, hasta este jueves porque se intuye que pronto se conocerán más casos, el Kremlin autorizó la detención de cinco altos funcionarios del ministerio de Defensa bajo cargos de corrupción, algo inusual para el ejército ruso en tan breve lapso, más aún en tiempos de “operación militar especial” como se denomina en Rusia la invasión de Ucrania.
El emblema estatal ruso y la bandera nacional se ven como parte de un monumento dedicado a los héroes de la Primera Guerra Mundial en la colina Poklonnaya en el oeste de Moscú el 23 de mayo de 2024. Foto Afp/Archivo
Moscú. En apenas un mes, hasta este jueves porque se intuye que pronto se conocerán más casos, el Kremlin autorizó la detención de cinco altos funcionarios del ministerio de Defensa bajo cargos de corrupción, algo inusual para el ejército ruso en tan breve lapso, más aún en tiempos de “operación militar especial” como se denomina en Rusia la invasión de Ucrania.
El vocero de la presidencia rusa, Dimitri Peskov, sostiene que “no hay ninguna purga” en la cúpula militar y defiende que la lucha contra la corrupción “no es una campaña, es un asunto constante y se lleva a cabo en todos los ministerios, no sólo en el de Defensa”.
Sin embargo, los hechos parecen apuntar en otra dirección. Mientras Serguei Shoigu –removido a un puesto de menor jerarquía como secretario del consejo de seguridad– se encontraba al frente del ministerio de Defensa los generales ahora defenestrados, salvo su máximo protegido, Timur Ivanov, el viceministro encargado del área de la construcción que cayó en desgracia poco antes, se creían por encima de toda sospecha.
Ya con el nuevo titular de la cartera, Andrei Belousov, un tecnócrata cercano a Putin cuya misión parece ser meter orden en los millonarios flujos que se destinan a la guerra, el Kremlin –en opinión de Nikolai Mitrojin, experto militar– está aplicando el viejo método de la época soviética de “no tocar a los amigos (Shoigu) y arremeter contra sus subordinados”, sacando de los archiveros los expedientes de sus excesos acumulados, en espera de luz verde apenas pierdan protección política.
De ese modo, otro colaborador cercano de Shoigu, el director general de personal del ministerio de Defensa, general Yuri Kuznetsov, corrió la misma suerte de Ivanov y acabó en prisión preventiva, acusado de recibir “sobornos en gran escala” que podrían significarle hasta 15 años de cárcel.
Unos días después, el presidente Putin destituyó al viceministro Yuri Sadovenko y nombró en su lugar al auditor de la controlaría de la federación, Oleg Saveliev. Shoigu pudo llevarse al consejo de seguridad a su incondicional, el viceministro primero, Ruslan Tsalikov, y aún tampoco se designa el relevo de los viceministros Tatiana Shevtsova, Nikolai Pankov y Aleksei Krivoruchko, quienes la semana pasada presentaron su dimisión.
Y este jueves una corte militar de Moscú decretó prisión preventiva, ambos por presuntos sobornos, al general Vadim Shamarin, director general de Comunicaciones del ministerio y subjefe del Estado mayor del ejército, y al jefe de una dirección general del Departamento de encargos del Estado (armamento, sobre todo) en el ministerio, Vladimir Verteletsky, de quien no se informó su grado militar.
Al calor de los escándalos de corrupción, la detención del general Ivan Popov, bajo el supuesto cargo de robar mil 700 toneladas de metales destinadas a fortificaciones en el frente en Zaporiyia es, según sus adeptos, una venganza del general Valeri Guerasimov, jefe del Estado Mayor del ejército y responsable máximo de la operación en Ucrania, criticado duramente por Popov en 2023, destituido por Shoigu al día siguiente y enviado a Siria.
En contraste, la noticia de que el general Sujrab Ajmedov, protegido de Guerasimov, dejó de ser desde este jueves comandante del ejército No. 20 que combate en la región de Lugansk y se encuentra en estado de “vacaciones indefinidas”, parece un golpe al jefe del Estado Mayor.
El futuro de Guerasimov, de acuerdo con analistas, es incierto. Por un lado, recibió un espaldarazo del Kremlin al ser ratificado al salir Shoigu y, por otro, sería catastrófico remover a ambos al mismo tiempo. Pero Belousov, al terminar su comparecencia ante el Senado, deslizó una frase que podría decidir el futuro de muchos militares rusos: “Uno se puede equivocar, pero no puede mentir”.
Y lo segundo es lo que, para muchos observadores rusos, está sucediendo en el frente. Shoigu solía reportar “grandes avances” que no siempre se confirmaban, lo cual pudo haber colmado la paciencia de Putin para decidir emprender la restructuración a fondo de la cúpula militar.
Casi todos los días –este jueves para no ir muy lejos dice que tomaron la localidad de Andriivka en la región de Donietsk–, el ministerio ruso de Defensa reporta la “liberación” de una localidad o “avances” hacia ya sea a Chasiv Yar o Vovchansk, pero todavía no puede conquistar ninguna de estas plazas, a pesar de que la primera, según se comenta que prometió Shoigu, tenía que caer para el desfile de la Victoria el 9 de mayo y la segunda se encuentra a apenas cinco kilómetros de la frontera.
El ataque que iniciaron el 10 de mayo cerca de 30 mil soldados llevados desde Moscú y San Petersburgo aún continúa en Vovchansk, separadas las tropas rusas y ucranias por el río Vovcha, pero este jueves el comandante en jefe del ejército ucranio, Oleksandr Syrskyi, aseguró que esa ofensiva rusa “se estancó por completo” y dijo que, al tratar de rodear Vovchansk, “el enemigo también sufre bajas significativas en dirección a la localidad de Liptsi”.
Por otro lado, Rusia lanzó este jueves el segundo ataque aéreo –misiles y bombas guiadas– más importante de los días recientes contra “infraestructuras” de la ciudad de Járkov, causando entre la población civil siete muertos y numerosos heridos, según reportó el gobierno ucranio.
Fuente: jornada.com.mx