El martes, 25 de febrero, cerca del 90% de la República chilena quedó sin energía eléctrica por varias horas, al grado que el presidente Gabriel Boric, declaró estado de emergencia y toque de queda en algunas regiones, en un país paralizado y a oscuras.
En simultáneo, el 50% de los cubanos padecieron y padecen apagones de luz constantes, desde hace más de un año atrás. Ecuador y Colombia vivieron la misma pesadilla oscura, hasta con apagones y racionamiento de electricidad de hasta 14 horas diarias, en meses recientes.
Entre los factores que están llevando al Continente, con ingente capacidad para generar electricidad, a un futuro oscuro, están:
Ausencia de una soberanía eléctrica por parte de los Estados al haber transferido buena parte de la cadena de electricidad al sector privado. Chile es un ejemplo de ello.
Ausencia de una política energética previsora e innovadora por parte de los estados, cuyas termoeléctricas y sistemas eléctricos se encuentran obsoletos e insuficientes para satisfacer la creciente demanda de electricidad. Caso Cuba (acrecentado por el bloqueo económico norteamericano)
Cambio climático que ocasiona tiempos erráticos o ausencia de lluvias que generan la disminución de los caudales de los ríos generadoras de electricidad.
Ausencia de una cultura energética adecuada en la población que asumimos que la electricidad es un bien infinito en la medida que podamos pagar la factura de luz, sin darnos cuenta que la energía no es asunto de dinero, sino de cuidado y consciencia ecosistémica.
Urge construir o recuperar soberanías energéticas en los países, innovar los sistemas eléctricos de manera conjunta, y cultivarnos en la ética del cuidado y previsión eléctrica como usuarios.
