Radio Victoria

El gobierno de Burkina Faso, liderado por el capitán Ibrahim Traoré, ha recuperado el control de dos de sus principales minas de oro, hasta ahora en manos de corporaciones occidentales.

Burkina Faso

El ministro de Economía burkinés Aboubakar Nacanabo firmó el pasado 26 de agosto la nacionalización de las minas de oro de Wahgnion y Boungou. Como otras naciones africanas, Burkina Faso avanza en el camino de su independencia, recuperando el control de una de sus principales fuentes de riqueza, sus minas de oro.

Sin tener ni una sola mina de oro en su subsuelo, Reino Unido guarda en sus bóvedas blindadas reservas doradas de 510 toneladas. Algo que sin embargo palidece si las comparamos con las que atesora Francia, (2.436 toneladas), Alemania (3.352 ton.) o EEUU (8.133 ton.).

Y sin embargo, países como Mali, a pesar de tener 860 minas de oro y producir 50 toneladas al año, no guardan ni una onza en sus cámaras. El causante de esta «paradoja» no es ningún misterio: son siglos de colonialismo y décadas de dominio imperialista de las grandes potencias occidentales -con EEUU y Francia a la cabeza- sobre las naciones africanas

Tal era el caso de Burkina Faso, un país de 22 millones de personas en África Occidental que ocupa el lugar 174 de 196 en el ránking de naciones por renta per cápita a pesar de tener 6 yacimientos auríferos que acumulan unas reservas estimadas de 228 toneladas de oro. La totalidad de las extracciones, siempre en manos de multinacionales occidentales, salían del país a cambio de nada.

Pero ya no. La Junta Militar encabezada por Ibrahim Traoré, que en 2022 lideró un levantamiento militar que derrocó al proocidental presidente Damiba, y que instauró un régimen celosamente soberanista y antiimperialista, ha decidido recuperar el control sobre sus recursos naturales, además de expulsar las bases y las tropas militares francesas de su territorio, al igual que han hecho Mali o Níger.

El ministro de Economía burkinés Aboubakar Nacanabo firmó el pasado 26 de agosto la nacionalización de las minas de oro de Wahgnion y Boungou. Los dos yacimientos habían sido explotados hasta 2023 por las multinacionales mineras Endeavor Mining (Canadá) y Lilium Mining (EEUU), pero el gobierno de Traoré las ha nacionalizado, pagando a sus anteriores concesionarios 90 millones de dólares.

No es la primera medida que toman en este sentido. El año pasado, el nuevo gobierno retiró cuatro permisos de explotación en minas de zinc y oro de manos extranjeras. Y Burkina Faso ha aprobado un nuevo código minero que busca que las empresas del sector ‘contribuyan a la constitución de la reserva nacional de oro’, de manera que se obliga a las empresas mineras a ‘abrir su capital social a los inversores burkineses’.

Ambos yacimientos habían sido explotados hasta el año 2023 por la empresa canadiense Endeavor Mining, que ese mismo año vendió las acciones a la estadounidense Lilium Mining por un valor de 300 millones de dólares. Sin embargo, el gobierno interino presidido por Ibrahim Traoré, en su línea por recuperar la soberanía del país y el control sobre sus recursos naturales, tomó la decisión de nacionalizar las minas realizando un pago total de 90 millones de dólares. El gobierno aseguró que mantendrá los puestos de trabajo.

Con esta medida, el Estado burkinés espera beneficiarse por la explotación de los yacimientos y que esos ingresos puedan reinvertirse en otros sectores que permitan desarrollarse al país. Cabe destacar que junto con el vecino Mali, Burkina Faso es uno de los principales productores de oro del continente africano.

Con la llegada de la junta militar patriota al poder, Burkina Faso ha aprobado un nuevo código minero que busca que las empresas del sector ‘contribuyan a la constitución de la reserva nacional de oro’, de manera que se obliga a las empresas mineras a ‘abrir su capital social a los inversores burkineses’. Este nuevo código minero pretende ‘generar más ingresos en beneficio del Estado’.

En 2023, la junta militar retiró cuatro permisos de explotación en minas de zinc y oro, argumentando que se tratan de zonas ‘afectadas por la inseguridad’. Desde hace aproximadamente una década, la región del Sahel está siendo azotada por la violencia protagonizada por grupos terroristas islamistas. Hartos de esta situación y de la falta de soberanía debido a la influencia y el control de Francia como ex potencia colonial, en Burkina Faso, Níger y Malí llegaron al poder juntas militares que abogan por librarse de la dependencia occidental y apuestan por organismos de integración propios.

 

Fuente: abyayalasoberana.org

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