
El informe mundial de la organización Amnistía Internacional advierte de una crisis global de derechos humanos ante el “efecto Trump”, que acelera las tendencias destructivas.
La campaña del gobierno de Trump contra el reconocimiento de derechos alienta tendencias nocivas ya presentes, vaciando de contenido salvaguardias internacionales de derechos humanos.
El documento que examina la situación en 150 países pone de manifiesto la deriva hacia prácticas autoritarias y crueles medidas represivas contra la disidencia y que ponen en peligro a miles de millones de personas en en todo el mundo.

Así lo ha indica Amnistía Internacional al presentar su informe anual, La situación de los derechos humanos en el mundo.
Efecto Trump
El “efecto Trump” ha agravado el daño causado por otros dirigentes mundiales durante 2024, y echa por tierra decenios de trabajo para construir y promover los derechos humanos universales para todas las personas.
“Transcurridos 100 días de su segundo mandato, el presidente Trump sólo ha mostrado un total desprecio hacia los derechos humanos universales” dijo Agnès Callamard, secretaria general de Amnistía Internacional.
“Su gobierno ha atacado con rapidez e intencionalidad esenciales iniciativas e instituciones estadounidenses e internacionales que se crearon para hacer de nuestro mundo un lugar más seguro y más justo”, agregó.
“Su ataque sin cuartel a los conceptos mismos de multilateralismo, asilo, justicia racial y de género, salud global y acción climática necesaria para salvar vidas está agravando el considerable daño que ya han sufrido esos principios e instituciones” añadió Callamard.
Agnès Callamard, secretaria general de Amnistía Internacional, manifestó:
“Año tras año, hemos advertido de los peligros del retroceso de los derechos humanos. Pero los sucesos de los últimos 12 meses —especialmente el genocidio de la población palestina en Gaza, retransmitido en directo pero ignorado— han puesto de manifiesto lo infernal que puede ser el mundo para tantas personas cuando los Estados más poderosos dejan de lado el derecho internacional y prescinden de las instituciones multilaterales. En esta encrucijada histórica, en la que las leyes y prácticas autoritarias se multiplican por todo el mundo en interés de una pequeña minoría, los gobiernos y la sociedad civil deben trabajar urgentemente para llevar a la humanidad de vuelta a terreno seguro”.
El informe documenta la represión cruel y generalizada de la disidencia, la catastrófica escalada de los conflictos armados, los insuficientes esfuerzos por abordar el colapso climático y un creciente retroceso mundial de los derechos de las personas migrantes y refugiadas, las mujeres, las niñas y las personas LGBTI.
A menos que se logre dar un drástico giro a la situación mundial, todos estos aspectos se deteriorarán aún más en un turbulento 2025.
Mientras que leyes y prácticas autoritarias se multiplican por todo el mundo en interés de una pequeña minoría, los gobiernos y la sociedad civil deben trabajar con urgencia para llevar a la humanidad de vuelta a terreno seguro.
Autoritarismo es mucho más profundo
La secretaria general de AI aclara que el mal del autoritarismo “es mucho más profundo que las acciones del presidente Trump” pues desde hace años se observa la propagación de prácticas autoritarias entre Estados de todo el mundo.
La proliferación de leyes, políticas y prácticas autoritarias dirigidas contra la libertad de expresión, asociación y reunión pacífica que AI documentó en 2024 fue un elemento fundamental del retroceso global de los derechos humanos.
Gobiernos de todo el mundo trataron de eludir la rendición de cuentas, afianzar su poder e infundir miedo prohibiendo medios de comunicación, disolviendo o suspendiendo ONG y partidos políticos.
A ello se agrega el encarcelamiento por cargos infundados de “terrorismo” o “extremismo” a quienes los criticaban, y criminalizando a defensores y defensoras de los derechos humanos, activistas por el clima, personas solidarias con Gaza y otras voces discrepantes.
Las fuerzas de seguridad de varios países utilizaron detenciones arbitrarias masivas, desapariciones forzadas y, a menudo, fuerza excesiva —en ocasiones letal— para reprimir la desobediencia civil.
Las autoridades de Bangladesh dieron orden de “disparar sin previo aviso” contra protestas estudiantiles y con ello causaron casi un millar de muertes, mientras que las fuerzas de seguridad de Mozambique, tras las controvertidas elecciones, desataron la peor represión de protestas que se había visto en años, y que se saldó con al menos 277 muertes.
Turquía impuso prohibiciones generales de las protestas y sigue utilizando fuerza ilícita e indiscriminada contra personas que se manifiestan pacíficamente.
Sin embargo, en países como Corea del Sur, el poder de la ciudadanía prevaleció cuando el presidente Yoon Suk Yeol suspendió ciertos derechos humanos y declaró la ley marcial, sólo para ser después destituido de su cargo.
Descarga el Informe 2024/25 de Amnistía Internacional
Fuente: servindi.org