Un artículo científico producido por investigadores de ambos países determinó los impactos en el equilibrio ecológico de bosques y eliminación de la economía campesina por grupos empresariales dedicados al cultivo de palma aceitera.
Investigadores de México y Brasil identificaron patrones de deforestación, contaminación del agua y el aire, además de subordinación y eliminación de la economía campesina producto del sembrío de la palma africana.
Se trata de un articulo científico producido por los investigadores Agustín Ávila Romero de la Universidad Intercultural de Chiapas – México y de Jadson Alburqueque de la Universidad del Estado de Pará – Brasil.
El estudio académico señala que hasta 2018 las plantaciones de palma aceitera llegaron a 100 mil hectáreas en México, que se concentran especialmente en Chiapas, Tabasco y Campeche, mientras en Brasil alcanzaron 400 mil hectáreas en Pará y Bahía.
“Este monocultivo se impulsa en regiones tropicales mesoamericanas y en la Amazonía, que aportan la mayor cantidad de servicios ecosistémicos al continente”, precisan los autores.
Ambos países se encuentran entre los 17 que albergan el 70% de biodiversidad del planeta, según la Plataforma Intergubernamental Científico-normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (Ipbes, por sus siglas en inglés).
Los efectos en México
En México, precisa la investigación, la palma se ha convertido en uno de los impulsores centrales de la deforestación de la Selva Lacandona y de zonas tropicales al sur del país que genera privatización y contaminación del agua por agroquímicos.
A ello se suma el registro de denuncias laborales por violación de derechos de trabajadores de la palma por desarrollar actividades físicas extremas, sin protección personal y sin un salario fijo, sino alcanzan la meta de recolección.
Si bien se esperaba que la inmersión de este cultivo genere desarrollo, Chiapas que produce el 60% de la palma de México, es el estado con mayor pobreza en el país, con más del 76% de sus habitantes hasta el 2018, precisa el artículo académico.
Asimismo, el cultivo de palma ha provocado la mudanza en la propiedad de la tierra hacia agroempresas; variaciones del paisaje productivo; dependencia de cultivos comerciales y el desalojo de poblaciones como Campeche.
Los impactos se extienden también a la afectación de los suelos por la utilización de agroquímicos para su producción y la emisión de gases de efecto invernadero que contribuyen al calentamiento global.
Los efectos en Brasil
La producción de palma en Brasil se centra en la Amazonia, específicamente, en el estado de Pará, responsable por casi 90% de la producción nacional, y de 84% en la actualidad, como refiere el Departamento de Agricultura de EEUU.
Para dar paso a los cultivos de palma en Pará se produjo una competencia por la compra de tierras, alterando su precio real, lo que conllevó a un fraude para los campesinos que vendieron sus tierras a empresarios.
Bajo esta línea el artículo científico cita la definición de “green grabbing” o acaparamiento verde, término utilizado por el periodista John Vidal de The Guardian para referirse a la apropiación de tierras y recurso con fines ambientalistas.
“En América Latina se ha asistido a un intenso proceso de explotación del campo y expropiación de campesinos e indígenas, casi siempre atado a proyectos hegemónicos que se basan en estrategias como el discurso del desarrollo y la sostenibilidad”, señala el artículo.
Es así, que el artículo precisa que la producción de palma aceitera favorecida por la actuación del Estado bajo el concepto de sustentabilidad ejerce serios impactos ambientales y se apropia de tierras locales.
Un artículo de Mongabay publicado en noviembre de 2023 precisa que los cultivos de palma en los municipios costeros de Bahía llegan a 54 mil hectáreas, mientras la producción en Pará fue de 165 mil hectáreas hasta 2019.
Sin embargo, a pesar de estos conflictos, los gobiernos de México y Brasil impulsan políticas para impulsar la plantación de palma africana en los territorios a pesar que esto ha tenido y tiene impactos en la biodiversidad y en las formas de vida de los campesinos e indígenas.
Fuente: servindi.org