
Las estadísticas de migrantes guatemaltecos detenidos en la frontera de EE.UU., disminuyeron. Foto La Hora/Diseño Alejandro Ramírez
Las cifras de detenciones en la frontera sur de EE. UU. han caído como no se veía desde hace 25 años (sin tomar en cuenta el 2020, año de inicio de la pandemia). En febrero pasado, las autoridades estadounidenses apenas registraron poco más de 11 mil 700 encuentros con migrantes que cruzaron la frontera México-EE. UU. sin autorización.
Un año antes, todavía en la administración de Joe Biden, la cifra de detenciones en el segundo mes del año sumaba 189 mil 913, para totalizar al final del 2024, dos millones 135 mil detenciones a lo largo de la frontera sur.
La disminución ha sido paulatina y, de hecho, ya había comenzado a dar avisos de reducirse en los últimos meses del gobierno demócrata. Al inicio del año fiscal 2025 (que empezó en octubre del año pasado) se contaron 105 mil 325 encuentros. Poco a poco comenzaron a disminuir y para diciembre el registro se situó en 96 mil.

En enero pasado, hubo 35 mil menos, hasta terminar en febrero con 11 mil 709 aprensiones.
En cuanto a los guatemaltecos, los números también disminuyeron drásticamente, de acuerdo con los datos oficiales. En los primeros cinco meses del actual año fiscal, la oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, en inglés) registra 30 mil 809 encuentros con connacionales, un 320 por ciento (%) menos que los 129 mil 540 que se registraron en el mismo periodo del año fiscal 2024.
Las cifras de detenciones incluyen a 6 mil 933 menores de edad no acompañados, y 8 mil 975 personas que llegaron en unidades familiares. Guatemala es el cuarto país que más expulsó a su población, en estos cinco meses, detrás de México (119 mil 764), Venezuela (63 mil 537) y Cuba (31 mil 298).
CAUSAS
La Hora consultó con tres conocedores del tema migratorio para tratar de establecer las posibles razones de esta drástica disminución y coincidieron en que, el temor que se percibe tras la llegada de Donald Trump al poder es el factor más importante.
El gobernante estadounidense anunció que desde el primer día de su regreso a la Casa Blanca empezaría con la campaña de deportaciones más grande de la historia.
El Gobierno se ha encargado de alimentar la retórica antiinmigrante al mostrar en las redes sociales y canales noticiosos las imágenes de redadas en EE. UU. o de deportados que viajan engrilletados de vuelta a sus países de origen, y han advertido de que quienes ingresen sin autorización al país serán deportados a cárceles como Guantánamo en Cuba o al Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT), en El Salvador.
El pasado 26 de marzo, la secretaria de Seguridad Nacional de EE. UU. Kristi Noem hizo una publicación en X, después de visitar el CECOT de El Salvador en la cual advertía a los «inmigrantes ilegales criminales… VÁYANSE AHORA».
«Si no te vas, te atraparemos, te arrestaremos y podrías terminar en esta prisión salvadoreña», dijo la funcionaria estadounidense de espaldas a una celda de la temible prisión con decenas de pandilleros hacinados.
«Hemos podido indagar que existe mucho temor de moverse (migrar) con el Gobierno de Trump. La gente no se siente segura de pagarle a un coyote, el costo es muy elevado y el guatemalteco es así, normalmente, intenta llegar a lo seguro», explicó Jair Dabroy, analista de la Asociación de Investigaciones y Estudios Sociales (ASIES).
Añadió que, de acuerdo con la información que han podido obtener, el aseguramiento de las fronteras ha disparado los precios del viaje y ahora las bandas de coyotaje están pidiendo hasta US$13 mil por conducirlos en la travesía, sin ningún tipo de garantía. El aumento obedece a lo complicado que también se ha tornado movilizarse en territorio mexicano y al incremento del pago de sobornos en los puntos de revisión.
Antes, los migrantes salían de los territorios con la certeza de que iban ya con trabajo asegurado en el norte, puesto que era parte del paquete que compraba al coyote. De esa cuenta, el primer pago se hacía en Guatemala, el segundo lo hacía la familia cuando su ser querido estaba ya en la puerta de su casa en EE. UU. y el tercero y último pago ya salía del trabajo que conseguía el migrante trasladado de manera irregular.
Pero esto también se ha visto afectado por las amenazas de Trump en lo interno de EE. UU., afirma Dabroy. «En Huehuetenango y San Marcos existe ese temor, la gente tiene miedo de irse y no se sienten con la garantía de llegar y encontrar un trabajo», apuntó.
CAMPAÑA MEDIÁTICA
En opinión de Abel Núñez, director ejecutivo del Centro de Recursos Centroamericanos (CARECEN), una organización que apoya a migrantes en EE. UU., el miedo puede verse alimentado por el trabajo mediático que hace la administración Trump que se encargan de promover las detenciones «para mandar un mensaje de miedo a la comunidad».
Sin embargo, el analista recuerda que la disminución de la migración ya había empezado a raíz de las medidas implementadas por la administración de Joe Biden en los últimos meses de su gobierno, como acciones en contra de las solicitudes de asilo y los patrullajes del Ejército en la frontera sur.
Pero más temprano que tarde, podría producirse un efecto rebote de los cruces irregulares.
En opinión de Nuñez «la realidad es que EE. UU. todavía necesita de la mano de obra migrante» en diversos sectores de la economía, lo que se conjuga con que la realidad socioeconómica y política de los países del sur del continente no ha cambiado como para que genere condiciones de arraigo.
A su juicio, «todos los actores que tienen que ver con la migración se están realineando». «Toda acción provoca una reacción. Esto es nuevo —la disminución de la migración— y creo que se va a nivelar simplemente porque la necesidad de mano de obra es grande», aunque se expondrá a mayores peligros, advirtió.
«Cuando la frontera se pone más segura se irán por otros caminos, por el desierto, se pondrán en más riesgo y vamos a ver enfrentamientos con la CBP —Patrulla Fronteriza—, muertes en la frontera. Ahora no se sabe exactamente qué va a pasar, pero cuando el régimen se cierra más hay más víctimas», advirtió.

Las detenciones de inmigrantes no han aumentado significativamente, pero las autoridades se encargan de publicitarlas en exceso lo que puede estar influyendo en generar más miedo en los países de origen. Foto: ICE.
TRANSMITEN EL MIEDO
El sacerdote José Luis González, integrante de la Red Jesuita con Migrantes, apunta que en EE. UU. están pasando situaciones que golpean a los migrantes y que, de una manera u otra, ya sea por los medios de comunicación, redes sociales o familiares, llegan a Guatemala, lo que incrementa el temor.
Por ejemplo, contó el caso de una mujer de origen hispano que lleva 40 años de vivir en EE. UU., pero tras la llegada de Trump ha empezado a sufrir tratos despectivos y se ha topado con gente que le dice «mejor vete de regreso a su país», a pesar de que tienen la ciudadanía estadounidense.
«No es tanto las políticas, sino cómo se comunican, con titulares, fotos de migrantes encadenados… es lo que algunos llaman la política de la crueldad, que es utilizar la crueldad para publicitarla y hacer que los flujos migratorios sientan miedo y se frenen», señaló.
«Aunque Trump ha deportado menos, en términos absolutos, que Biden, la imagen es que ha deportado a muchísimos más», indicó. A propósito, La Hora publicó, en febrero pasado, un artículo que confirmaba que las deportaciones han disminuido en relación con administraciones de gobierno estadounidenses anteriores y que las detenciones en suelo norteamericano no han aumentado.
A criterio de González, el objetivo de esta «cultura de racismo» no necesariamente es que se detenga la migración, sino que todos los que ya se encuentra en EE. UU. vivan atemorizados y no se atrevan a pelear por sus derechos.
Respecto de si se podría producir un efecto rebote con la llegada en los próximos meses de miles de migrantes a la frontera sur, opina que es difícil, puesto que «Trump va a seguir enseñando los dientes», por lo cual, podría cambiar la postura solo si se produce una recesión económica en EE. UU.
Fuente: lahora.gt