Radio Victoria

Fuentes: Rebelión [Foto: Manifestación en Caracas el 21 de marzo para protestar por la deportación de venezolanos (Resumen Latinoamericano)]

Fuentes: Rebelión [Foto: Manifestación en Caracas el 21 de marzo para protestar por la deportación de venezolanos (Resumen Latinoamericano)]

La caza de migrantes se ha reanudado bajo Trump y el resultado es la deportación masiva de venezolanos inocentes a una tristemente célebre megacárcel en El Salvador. La historia del peluquero de 24 años, Francisco, muestra que los tatuajes y la ascendencia son suficientes para hacerte desaparecer tras las rejas sin un juicio.

Desde que Trump regresó a la Casa Blanca ha desatado una caza de migrantes. Basándose en una ley de 1798, cientos de venezolanos fueron deportados recientemente a El Salvador, donde están encerrados en la tristemente célebre megacárcel CECOT.

Entre ellos está Francisco Javier García Casique, un peluquero de 24 años de Maracay, Venezuela. Sin antecedentes penales, sin acusación, sin juicio. Solo unos pocos tatuajes y la mala suerte de estar en el lugar equivocado, en el momento equivocado, con el pasaporte equivocado.

A principios de marzo Francisco fue detenido por el servicio de inmigración de Estados Unidos. Dijo a su familia que pronto volaría de regreso a Venezuela. Se estaba preparando una cálida bienvenida en Maracay. Hasta que su hermano menor, Sebastián, vio algo el domingo por la noche que nunca había esperado ver: su hermano rapado y esposado en un vídeo del presidente salvadoreño Bukele, junto con docenas de otros hombres, camino a una prisión para «terroristas».

¿La versión oficial? Estas personas son «monstruos», miembros de una pandilla venezolana llamada ‘Tren de Aragua’.

¿La realidad? Jóvenes con tatuajes visibles, como Francisco o Mervin Yamarte, un joven padre de Dallas, que llevaba un tatuaje con el nombre de su hija, algo que para las autoridades estadounidenses es suficiente para calificarlos de pandilleros.

«Es simplemente una escalada absolutamente impactante de violaciones de derechos humanos contra personas migrantes», afirma Lindsay Toczylowski, una abogada que trabaja con solicitantes de asilo venezolanos en Estados Unidos. Ella también reconoció a su cliente, un migrante LGBTQ+, en el video de Bukele.

«Nunca ha estado en prisión, es inocente y siempre nos ha apoyado con su trabajo como peluquero», dijo su hermano menor. Eres migrante, así que eres un criminal. A eso se reduce todo.

La prisión CECOT, la más grande del continente americano, está diseñada para 40.000 presos, pero según las organizaciones de derechos humanos, las condiciones allí son simplemente inhumanas. Las celdas están superpobladas, a veces con hasta 80 personas hacinadas, sin camas, sábanas o almohadas.

A los presos solo se les permite salir de su celda 30 minutos al día y la intimidad no existe. Además, no tienen un juicio justo y poca o ninguna esperanza de liberación. Incluso el presidente Bukele admitió que también se detiene a personas inocentes, pero, según él, es un precio aceptable «para vencer al crimen».

Para poder levar a cabo la deportación Trump activó la Ley de Enemigos Extranjeros, una ley de 1798, de la época del comercio de esclavos. Según esa ley, Estados Unidos puede deportar a personas sin juicio en caso de «guerra». Un juez intentó intervenir a último minuto. Ordenó que regresaran los vuelos, pero el gobierno ignoró esa decisión. «Ups, demasiado tarde 😂», escribió el presidente Bukele en X.

En su primer mandato Trump deportó a 1,9 millones de personas migrantes. Biden fue aún más diligente, ya que bajo su gobierno se expulsó del país a cuatro millones de personas migrantes. Trump ahora tiene el objetivo de expulsar a una cantidad mucho mayor. Sin embargo, la cifra de 13 millones que propuso es irrealizable por razones logísticas y económicas, y por eso ahora se están tomando medidas drásticas contra los venezolanos. Trump quiere parecer duro a su base, por eso se detiene a personas al azar y las deporta sin contemplaciones.

Esta cacería provoca una verdadera conmoción entre la comunidad migrante. La incertidumbre debilita mucho su posición, lo que los hace muy vulnerables y aún más fáciles de explotar que antes. Y eso es una ventaja para los empleadores que los contratan.

Trump y Bukele convierten a las personas migrantes en mercancía. El Salvador recibe 6.000 dólares de Estados Unidos por cada persona deportada. Se supone que ese dinero ayuda a mantener el sistema penitenciario, que le cuesta a Bukele 200 millones al año. Todo se reduce a un modelo de negocio a costa de los migrantes vulnerables.

La cooperación entre Trump y Bukele no es una coincidencia. Según CNN, ya existen desde hace tiempo contactos entre sus entornos, entre otros a través de Erik Prince, el fundador de la controvertida empresa militar privada Blackwater (1) y fiel aliado de Trump. Bukele hace el trabajo sucio, Estados Unidos paga.

Más de 260 personas fueron deportadas en un fin de semana. Muchas de ellas no tenían antecedentes penales ni vínculos con la delincuencia, sino un sueño: buscaban un futuro mejor, lejos de la crisis económica en Venezuela o Perú.

Como Francisco, quien documentó su viaje a los Estados Unidos en Instagram. Habló de su esperanza y su nueva vida como peluquero en Texas, hasta que terminó repentinamente en una celda rapado y encerrado como un «terrorista». Se deshumaniza a personas inocentes al calificarlas de monstruos.

Para Adam Isacson, experto en migración de la Oficina de Washington para América Latina, las deportaciones son «impactantes». En el pasado a menudo se detenía a estos migrantes en un «miserable centro [de detención] aquí en los Estados Unidos» o eran «devueltos» a casa. Ahora son enviados «a una prisión medieval de un líder autoritario en otro país».

Se encierra a niñas y niños, se humilla a personas migrantes y desaparecen miles de personas encerradas sin juicio en mazmorras. Esta brutal deshumanización y deportación son síntomas terribles de la fascistización de la sociedad estadounidense.

La pregunta es, entonces, por qué la comunidad internacional permanece tan silenciosa. ¿Dónde están la Unión Europea, la ONU, Human Rights Watch … ? Si algo así sucediera en Irán, China u otro país no alineado con Occidente, sería noticia de primera plana. Ahora apenas merece una mención.

En cualquier caso, en Venezuela es una cuestión candente. Casi el 90 % de la población condena enérgicamente la deportación. El gobierno venezolano ha pedido una movilización masiva. En todo el país se organizan marchas de protesta y se recogen firmas para exigir el regreso de los «venezolanos secuestrados».

La deportación de Francisco es un símbolo de la criminalización de la migración y de cómo se desempolvan las viejas leyes para llevar a cabo la fascistización sigilosa de la sociedad. Muestra que líderes políticos como Trump y Bukele construyen su poder sobre el miedo, el racismo y la política del espectáculo.

Venezolanos secuestrados por Trump y Bukele volverán
Del “Sueño Americano” a los campos de concentración
Donald Trump has reshaped one of the world’s most important migration routes
‘He is innocent’: family of deported Venezuelan rebukes Trump claims
Trump administration deports hundreds of alleged gang members to El Salvador despite court ruling

(1) Blackwater es una controvertida empresa militar privada de Estados Unidos conocida sobre todo por sus actividades en Irak y Afganistán durante la «guerra contra el terrorismo» después de 2001. Fue fundada en 1997 por Erik Prince, un exmiembro de Navy SEAL, una unidad de élite de las fuerzas especiales de la Marina.

Texto original: https://www.dewereldmorgen.be/artikel/2025/03/24/deporteren-als-businessmodel-de-nachtmerrie-van-honderden-venezolanen/

Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor y Rebelión como fuente de la traducción.

Fuente: rebelion.org

0 Comentarios
Más antiguo
Último Más votado
Respuesta en linea
Ver todos los comentarios
Últimas noticias