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El año 2023 ha marcado un cambio significativo en el clima de Guatemala, afectando no solo la cantidad de lluvias, sino también generando impactos profundos en la sociedad y la infraestructura del país. Aunque las cifras de emergencias disminuyeron en comparación con el año anterior, la intensidad de las precipitaciones llevó consigo consecuencias lamentables, especialmente en términos de pérdidas humanas. Vamos a explorar en detalle los datos proporcionados por la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred) y analizar cómo estos eventos climáticos han moldeado el panorama guatemalteco.

Cambio de Clima: Del Fenómeno de la Niña a las Canículas del Niño

En contraste con el año pasado, donde la influencia de la Niña trajo consigo lluvias por encima de lo normal, el 2023 estuvo marcado por un cambio en el patrón climático. Las canículas prolongadas provocadas por el fenómeno del Niño llevaron a una sequía, generando condiciones climáticas opuestas a las experimentadas en el 2022.

Datos Impactantes

A pesar de la disminución en la cantidad de lluvias, los datos revelan una realidad impactante. Según la Conred, en el 2023 se registraron 1,783 incidentes, en comparación con los 5,153 del año anterior. Aunque esta reducción es alentadora, es crucial destacar que la cifra de fallecidos se mantuvo igual, con 67 vidas perdidas en 15 departamentos, igualando la estadística del 2022.

En términos de desapariciones, el 2023 presentó una mejora, con solo 10 casos reportados frente a los 19 del año anterior. Estos datos, aunque alivian la carga de emergencias, subrayan la persistencia de riesgos y desafíos asociados con eventos climáticos extremos.

Impacto en la Población y la Infraestructura

La temporada de lluvias que concluyó el 30 de noviembre dejó su huella en la población guatemalteca. Más de 4.5 millones de personas se vieron afectadas, con 24,204 damnificados y 44,000 evacuados. Estos números son un recordatorio del impacto directo en la vida cotidiana de los ciudadanos.

Daños en Infraestructura

El informe de la Conred detalla de manera precisa los estragos en la infraestructura. Con 466 carreteras dañadas y 5 completamente destruidas, junto con 64 puentes afectados, el tejido de movilidad del país se vio gravemente afectado. Además, 25,294 viviendas sufrieron daños, 566 de ellas con afectaciones severas. La afectación también se extendió a edificios, escuelas y otros espacios esenciales, subrayando la necesidad de un enfoque integral para la gestión de desastres.

Respuesta a Emergencias

Varias emergencias fueron atendidas por los cuerpos de socorro en respuesta a las condiciones climáticas adversas. En mayo, un deslave en San Francisco El Alto, Totonicapán, cobró la vida de un menor, resaltando la vulnerabilidad de ciertas comunidades. En septiembre, el desbordamiento de ríos en Concepción Las Minas, Chiquimula, resultó en dos fallecidos y dos desaparecidos, demostrando la urgencia de medidas preventivas.

En San Miguel Petapa, la lluvia provocó la destrucción de viviendas y otras infraestructuras, evidenciando la necesidad de una planificación urbana resistente a desastres. Sin embargo, la tragedia más devastadora ocurrió en el fondo del puente El Naranjo, zona 7 de la capital, donde la inundación dejó 11 fallecidos. La búsqueda de siete personas desaparecidas continúa, destacando la importancia de una respuesta rápida y efectiva.

Conclusiones

A pesar de la disminución en el número de emergencias, el año 2023 nos deja con lecciones cruciales sobre la vulnerabilidad de Guatemala frente a eventos climáticos extremos. La gestión integral de desastres, la planificación urbana sostenible y la conciencia pública son elementos fundamentales para construir una sociedad resiliente.

Fuente: La Hora

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