Exploremos los acontecimientos recientes en Guatemala, donde un sorprendente segundo lugar en las elecciones presidenciales de Arévalo desencadenó una serie de presiones y acciones por parte de los corruptos con el respaldo cómplice de parte del empresariado y sectores vinculados a la corrupción y el crimen organizado. Ante esta situación, los Pueblos indígenas, sus autoridades ancestrales, las juventudes, las clases medias urbanas y los barrios se han unido para enfrentar las violaciones flagrantes de sus derechos fundamentales, su soberanía y su capacidad de decisión.
El Levantamiento Inesperado
Después de la segunda vuelta electoral, se hizo evidente que el cambio estaba en marcha. Cuando un pueblo se une y dice “¡basta ya!”, el rumbo cambia, y una nueva era se vuelve irreversible. En este proceso de empoderamiento, los Pueblos originarios y sus líderes han demostrado una madurez política que ha sorprendido a muchos.
Los 48 Cantones y su Hegemonía
Los 48 Cantones, en particular, han sido actores clave en esta transformación. Durante más de 30 años, han desempeñado un papel destacado en la lucha contra las crisis políticas y económicas del país. Su desarrollo económico, político e intelectual, junto con el capital social y político de sus líderes, ha marcado un camino claro para el cambio en Guatemala.
La Sorpresa de Semilla
Un factor adicional en esta ecuación es el partido Semilla, que presentó un programa político bien fundamentado que se centró en la lucha contra la corrupción y la promoción de la igualdad de género y etaria. Este partido no recibió financiamiento de la oligarquía ni del narcotráfico, lo que contribuyó significativamente a su éxito. Además, la figura de Bernardo Arévalo, un líder político e intelectual comprometido, se convirtió en un emblema de la esperanza y el cambio.
Los 48 Cantones y las Autoridades Ancestrales
Otro elemento crucial en este proceso ha sido la participación activa de los 48 Cantones y las Autoridades Ancestrales de los Pueblos originarios. Ante los bloqueos y obstáculos legales, estos actores han luchado por la democracia y la justicia, marcando el camino del cambio. Su resistencia pacífica y organizada se ha extendido por todo el país, uniendo a diversos sectores en una lucha común contra la corrupción y en defensa de los derechos ciudadanos.
Un Proceso Imparable
Este proceso de cambio en Guatemala es irreversible. A pesar de los intentos de las élites dirigentes por conservar el statu quo, su tiempo se ha agotado. La nueva Guatemala, unificada en torno al hartazgo, la lucha contra la corrupción y la búsqueda de justicia, ha nacido y está aquí para quedarse.
Conclusión
Guatemala ha experimentado un cambio sin precedentes, impulsado por una unión de Pueblos originarios, partidos políticos comprometidos y una población cansada de la corrupción y la desigualdad. Este proceso, marcado por la madurez política de los 48 Cantones y las Autoridades Ancestrales, ha dejado claro que el pueblo tiene el poder de cambiar su destino y que la resistencia pacífica puede lograr resultados significativos.
Fuente: Público GT