Ollantay Itzamná
Las dolorosas historias inconclusas de Guatemala están empedradas por un sistemático y humillante intervencionismo norteamericano que jamás le permitió a este país centroamericano ni siquiera auto imaginarse como país soberano. Ahora, a dos siglos de la vigencia de la Doctrina Monroe, “América para los EEUU”, el gobierno norteamericano batalla porque los resultados del fraudulento proceso electoral 2023 se respeten y el electo presidente Bernardo Arévalo asuma el mando para reorientar el aparato estatal corroído hacia los perversos intereses norteamericanos, y hacer de Guatemala un laboratorio político del “progresismo norteamericano”, replicable para la región.
Bicentenaria injerencia norteamericana en Guatemala con biblias y bayonetas
Cuando la administración de la Colonia española “desaparece” en Guatemala, 1821, aparece casi en simultáneo la injerencia norteamericana en el naciente país. Aquí, ni Inglaterra, ni Francia, tuvieron presencia política económica, como sí ocurrió en otros países nacientes en el Continente. Quizás la máxima evidencia del interés inglés, post independencia de Guatemala, sea la separación y existencia de Belice como país de habla inglesa.
Como en el resto de los países nacientes del Continente, en Guatemala el poder político económico se disputaron dos grupos: los conservadores y los liberales. Los primeros, legitimados y promovidos por la élite de católicos que se resistía a los cambios “republicanos” porque les suprimía algunos de sus privilegios. Los segundos, apoyados y legitimados espiritualmente por los protestantes “reformados” (en especial presbiterianos) enviados desde el gobierno norteamericano para que posibilitaran el “destino manifiesto” de: “Guatemala para los EEUU”.
Sólo para mencionar datos. En la “guerra” contra el federalismo centroamericano, 1839, ganaron los conservadores católicos, encabezados por Rafael Carrera (anularon la República Federal liberal), y expulsaron a los liberales a las montañas. En la Revolución Liberal de 1871 en adelante, ganaron los liberales, bendecidos por los protestantes provenientes de los EEUU, y emprendieron el despojo de las tierras comunales indígenas para entregar a los nuevos hacendados extranjeros. Así fue cómo se inició con la entrega de casi la totalidad de las tierras fértiles del país al dominio de la empresa bananera norteamericana.
Las primeras décadas del siglo XX, todos los gobiernos de civiles y de militares estuvieron bajo el control silente del gobierno norteamericano. Mientras, las empresas norteamericanas se apropiaban de las tierras fértiles. La dictadura de Jorge Ubico cae porque el gobierno de los EEUU le quitó el soporte/legitimación política que le proveía… Y, entonces, vino la Revolución Nacional, 1944 (segunda revolución liberal)
La Revolución Nacional, en sus inicios, ocurrió con el visto bueno del gobierno norteamericano, mientras no afectase los intereses económicos gringos en Guatemala. Pero, el presidente Jacobo Árbenz, confiando en la honestidad del relato de la ética protestante gringa, decidió regularizar y recuperar tierras no declaradas que estaban bajo el dominio de la bananera United Fruit Company (1953) para entregárselas a las familias campesinas despojadas por la Revolución Liberal (1871)…, fue cuando el gobierno norteamericano dio el Golpe de Estado (1954) a la “primavera guatemalteca” que prometía desarrollo y democracia.
Con el Golpe de Estado de 1954, de manera descarada los intereses norteamericanos ocuparon Guatemala. No sólo se reapropiaron de las tierras en mayor proporción que a las nacionalizadas por la Reforma Agraria de 1953, sino mediante la lucha contra el comunismo y contra las guerrillas, lograron instalarse en el imaginario colectivo de la guatemalticidad como la única cultura válida y deseable. Desde entonces, todo lo que haga el gobierno norteamericano en Guatemala (por más humillante que sea para el país) es y será recibido por las élites y por la opinión pública con agradecimiento. Así se explica el por qué, incluso a pesar de la triste y humillante historia de la inoculación de sífilis a más de mil guatemaltecos presos sin su consentimiento, o del genocidio contra mayas perpetrado por la estrategia militar norteamericana, las élites y la guatemalticidad continúan recibiendo con aplausos y agradecimientos la injerencia descarada gringa, como la que ocurre en la coyuntura política actual.
A nivel general, la patológica dependencia existencial de las élites y clases medias de Guatemala es tal que preferirían ir al infierno que quedarse sin visa gringa, impedidos de ingresar a los EEUU. Esta patología crónica colectiva fue cultivada/afianzada, en buena medida, por la teología de la prosperidad promovida por el neo pentecostalismo norteamericano (que fija en la subjetividad del creyente a los EEUU como la nueva tierra prometida a la que debe acceder el creyente para ser bendecido y próspero según la voluntad de Dios). Recordemos que la justificación política del genocidio contra el pueblo Maya Ixil (década de los 80 del pasado siglo), perpetrado por el Ejército/Estado neo pentecostal de Efraín Ríos Montt fue: “eran idólatras que practicaban sus ritos paganos”.
La firma de los Acuerdos de Paz (1996), luego de 36 años de guerra interna promovida por los EEUU., no sólo instauró el poderío liberal (neoliberal) pro norteamericano, sobre la apabullada “conciencia nacionalista” derrotada militar y culturalmente, sino también fue la victoria de la teología de la prosperidad y del neo petecostalismo norteamericano sobre las comunidades eclesiales de base y sobre las teologías de la liberación de procedencia católicas.
¿Por qué al verdugo bicentenario de Guatemala le interesa tanto la “sucesión” democrática en la institucionalidad formal de su víctima?
Guatemala, en el momento, es un laboratorio de ensayo para el progresismo norteamericano replicable para el Continente
Para el gobierno norteamericano, Guatemala fue y es campo libre para sus ensayos de laboratorio clínico y político. Lo fue con el ensayo para el tratamiento de la sífilis. Lo fue con el genocidio de inspiración neo pentecostal contra el “comunismo”. Hace 8 años fue con el “cuento gringo” de la lucha contra la corrupción. Ahora, lo es para el “ensayo del primer gobierno progresista norteamericano”, con el caso del gobierno de Bernardo Arévalo. Arévalo, y el círculo de ejecutivos/técnicos de las ONG (producto de los Acuerdos de Paz), que lo rodea subjetivamente están configuradas en la creencia y en el deseo inexorable de: EEUU es el Mesías salvador de Guatemala. En su génesis político y en los hechos, Arévalo y los otros actores nucleares de Semilla, política e ideológicamente provienen de la voluntad norteamericana. Suficiente verificar en la información pública de la USAID y de la Embajada gringa la cantidad de proyectos ejecutados por dichas ONG, o los selfie difundidos por Arévalo y los diputados del partido Semilla con funcionarios norteamericanos en Washington como si se tratara de visitas al Papa en el Vaticano.
Si el progresismo norteamericano asume el mando presidencial el 14 de enero en Guatemala, y se mantiene en el poder (más allá de sus logros posibles o no), fortaleciendo a los sujetos colectivos sociales y políticos potables (indígenas o no) creados para dicho fin, el laboratorio político habrá alcanzado su meta inicial. En consecuencia, las fuerzas políticas y los gobiernos “progresistas” del Continente ya no serán enfrentadas únicamente por las derechas tradicionales (corruptas, en algunos casos desobedientes a Washington) sino por progresismos norteamericanos o socialdemocracias neoliberales/norteamericanos. Ocurrió con el “cuento gringo” de la lucha “contra la corrupción” en Guatemala, luego esta consigna se utilizó para atacar judicial/políticamente a los gobiernos progresistas en Ecuador, Brasil, Argentina, incluso en el Golpe de Estado del Perú contra Castillo.
EEUU necesita implantar y controlar un “corredor soberano” en Guatemala para su mercancía y para contener a los BRICS
El cambio climático y la autonomía de las oligarquías de Panamá hacen que la preponderancia norteamericana en el Canal de Panamá siga decreciendo. Nicaragua ya firmó con China para construir/controlar el canal que unirá y permitirá el flujo de carga entre el Atlántico y el Pacífico. Andres Manuel López, presidente de México, ya inauguró el ferrocarril que une ambos mares, y es una empresa pública. EEUU está cada vez más limitado para mover su cargamento de costa a costa
El único territorio, geopolíticamente con posibilidades fácticas para que EEUU construya un corredor entre el Atlántico y el Pacífico, es Guatemala. Es el único que tiene un puerto importante en el Atlántico (Puerto Barrios) y otro en el Pacífico (Puerto San José). Geográficamente, EEUU se siente acorralado/limitado para mover por mar su cargamento hacia el Pacífico.
En el siglo pasado, EEUU tenía control total del ferrocarril en Guatemala que unía el Atlántico con el Pacífico, construido por United Fruit Company. Pero, como castigo a Guatemala por la nacionalización de las tierras acaparadas por la empresa bananera, hasta los rieles se lo llevaron los gringos.
Además, políticamente el único resquicio de posibilidad que tienen los gringos para seguir con sus ensayos políticos para sus fines geopolíticos, y contener el avance de la articulación comercial de Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica (BRICS) es Guatemala. Honduras y El Salvador andan más con China que con Taiwan/EEUU. Nicaragua y México, ni hablar. Belice (que rompió relaciones diplomáticas con Israel por el genocidio que comente en Palestina) geopolíticamente no es estratégico.
Por donde se mire, la ardua tarea desplegada por el gobierno norteamericano y de sus apéndices como la Organización de los Estados Americanos (OEA)…, por defender y hacer que ocurra la transferencia de mando presidencial el próximo 14 de enero, en un proceso electoral 2023 que EEUU manipuló impidiendo la participación electoral de fuerzas políticas anti imperialistas, tiene un objetivo, y no necesariamente es la “democracia para Guatemala”, sino es garantizarse de las condiciones políticas necesarias para materializar un “corredor soberano” del Atlántico hacia el Pacífico (y viceversa) para mover el cargamento norteamericano, y al mismo tiempo que funcione como un muro de contención geopolítico contra el avance geográfico comercial de los BRICS.
Para este objetivo construyeron un actor político propio como es el caso del partido Semilla y el presidente Arévalo. Para ello instalaron en el imaginario colectivo de Guatemala a un potable actor social colectivo de raíces indígenas (financiados por la USAID), mediante la “resistencia de los pueblos” (en defensa de la democracia patronal y del progresismo norteamericano), que realiza un festivo y mediático acto de protesta ya por más de tres meses consecutivos. La germinación de estos dos actores (social y político) tienen también la finalidad colateral de impedir la consolidación de sujetos sociopolíticos plurinacionales anti imperialistas, fuera del control norteamericano.