Por: Ollantay Itzmná
«Las cabecitas negra o bolas de mierda que llamas, también somos estrellas con luz propia, y podemos oxigenar a tu identidad nacional hundida», parece ser el mensaje del «Maligno» para la Argentina oficial. Y para Bolivia, y para Evo en particular, que sólo miran deporte en el fútbol, el mensaje del Maligno parece ser: «La piedra que desecharon los arquitectos, es ahora la piedra angular»
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José Torres, nació en el Departamento de Santa Cruz, Bolivia, en 1995.
A los 11 años migró hacia Argentina. Entonces era el tiempo de la estampida boliviana hacia la «floreciente» economía argentina. A Torres, como al resto de sus compatriotas bolivianos migrantes, los argentinos los denominaban, con desprecio: «cabecitas negras» (por el racismo genético) o «bolas de mierda» (siempre por la contextura física).
Casi dos décadas después, José Torres, apodado «Maligno» (por las bromas que hace, según su hermano), fue a la 22 Olimpiadas a París con la bandera argentina y le consiguió la única medalla de oro a este país del Sur de Abya Yala.
Francisco Torres (hermano del «Maligno») explicó que muy apesar que incluso, junto a su hermano, presentó solicitud de apoyo, en persona y públicamente, a Evo Morales (cuando éste era presidente de Bolivia), nunca recibió respuesta, ni mucho menos apoyo para los boletos. «Nosotros somos bolivianos, seguimos viviendo en Bolivia, a pesar que vivimos en Argentina», expresa con nostalgia Torres.
Lo cierto es que el «Maligno» Torres, con la única medalla de oro olímpica, le pone entre la espada y la pared a la Argentina blacoide racista, ahora hundida casi en la anomia existencial, y a Javier Milei, en especial, acostumbrado a alardear con apellidos europeizados (como Messi).
«Las cabecitas negra o bolas de mierda que llamas, también somos estrellas con luz propia, y podemos oxigenar a tu identidad nacional hundida», parece ser el mensaje del «Maligno» para la Argentina oficial. Y para Bolivia, y para Evo en particular, que sólo miran deporte en el fútbol, el mensaje del Maligno parece ser: «La piedra que desecharon los arquitectos, es ahora la piedra angular»