Por: Ollantay Itzamná
El 14 de enero pasado, Guatemala vivía bajo el aura de la esperanza primaveral. Bernardo Arévalo, hijo del ex presidente Juan José Arévalo (torpedeado por el gobierno norteamericano), juraba al cargo como presidente de Guatemala en los primeros minutos de la madrugada del 15 de enero. Aquel acto bochornoso de la juramentación, contra todo pronóstico, fue único. Hasta el Rey de España, de tanto esperar el acto, se fue sin presenciar la juramentación.
Pasó un año, y las promesas electorales de Tío Berny (así es como lo llamaban sus seguidores) están más verdes de cumplirse.
Prometió luchar contra la corrupción y liberar el “sistema judicial” del dominio de “pacto de corruptos”. Un año después, los agentes judiciales repudiados por la población adquirieron más fuerza y dominios. La debilidad política de Arévalo fue el nutriente más eficiente para el fortalecimiento del pelotón de Consuelo Porras, Fiscal General de la República. Incluso hubo denuncias públicas, sobre actos de corrupción, desde el interior del círculo de confianza de Arévalo (caso gobernadora de Huehuetenango), pero se hizo lo imposible para no investigar.
Presupuesto, corrupción y deuda pública. Bernardo Arévalo prometió austeridad en la administración pública, pero la historia lo recordará como el gobernante que se hizo con el presupuesto general de la nación 2025 más alto de toda la historia republicana (cerca de Q.150 mil millones) a cambio de duplicar los salarios a todos los diputados del Congreso. Sólo así pudo aprobar el presupuesto. Además, para financiar dicho presupuesto se endeudará al país a límites impagables. Buena parte del presupuesto 2025 serán distribuidos a los anillos de poder local de partidos políticos tradicionales.
Red vial en abandono total. Con los anteriores gobiernos desprestigiados como corruptos los caminos y puentes existentes se encontraban operativos. Ahora, Arévalo no logró tapar un hoyo en la ruta interoceánica hacia la Costa Sur. Desde el mes de junio del pasado año ese tramo está averiado. Igual o peor ocurren con una decena de puentes en vías principales del país, paralizados en su construcción, al igual que varias obras en proceso de asfalto en los territorios. ¿Qué pasó?, la ineptitud administrativa canceló los contratos de construcción y pagó a otras empresas para que continúen las mismas. Resultado, obras y maquinarias paradas, mientras dos o más empresas cobran por la misma obra paralizada.
Seguridad también retrocedió. Prometió seguridad ciudadana, pero en año la delincuencia impune mató a un Alcalde y varios concejales. Agentes del Ministerio Público baleados. Defensores de los territorios asesinados. Diariamente se registran promedio de 15 muertes violentas. Más de medio millón de armas de fuego regados en el país de manera legal en manos civiles. Ah, eso sí, el presidente y su vicepresidente estrenan dos lujos carros blindados valorados en cerca de Q. 3 millones.
Existen más medicamentos en los centros de salud que en gestiones anteriores. Esto es un avance. También muchas escuelas están remozadas… Abono químico se distribuye entre algunos nichos de campesinos como ayuda. Promesas de casas propias para familias de mediano ingreso fijo, y bonos para familias empobrecidas.
La minería retomó sus actividades extractivas en el país, gracias al Tío Berny. El extractivismo cultural también tomó vuelo: varios dirigentes/as indígenas fueron sustraídos de las organizaciones sociales e indígenas para ocupar cargos públicos de bajo rango en el Estado.
Mientras, Laura Richardson (Jefa del Comando Sur) y Luis Almagro (Secretario de la OEA) fueron condecorados con los honores más altos de la República. Una muestra más que el síndrome de Estocolmo habita a las élites e intelectuales de la guatemalticidad.
Así, Tío Berny llegó triste al primer año en su silla presidencial (sin ningún poder) y el partido Semilla murió legalmente antes de germinar.