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Incluso contra la voluntad corporativa de los medios hegemónicos de (des) información que intentan ocultar las calles llenas de tractores y campesinos tapando el paso, arrojando basura a edificios de instituciones públicas como actos de protesta en diversos países de Europa, nos enteramos que lo que fue la Unión Europea (UE) está como en la época de las “guerras campesinas” de finales de la Edad Media.

En Alemania, Holanda, Francia, Países Bajos, Bélgica, Rumanía,…, campesinos pequeños y grandes están dispuestos a “castigar con hambre” a las ciudades principales cercadas o bloqueadas. Sólo en Francia, al momento, ya se contabilizan dos personas asesinadas.  Y esto viene de ratos.

¿Qué pasó?

El gobierno norteamericano, manipulando a la élite política europea, empujó a Europa a la guerra contra Rusia en Ucrania. Ahora, como consecuencia de las fracasadas sanciones comerciales impuestas contra Rusia, Europa ya no disfruta del “barato hidrocarburo ruso”. Incluso destruyeron uno de los gaseoductos por donde recibían el gas ruso.

Sin hidrocarburos rusos, no hay combustible para subvencionar a la agricultura mecánica, ni campesina. Así como, sin el petróleo ruso la industria europea se hundió en cuestión de meses. Nunca llegó a Europa el prometido y caro gas natural norteamericano.

A ello, se sumó la “hipócrita solidaridad” europea con Ucrania. Ya que Rusia, en represalia por la guerra, no compraba granos ucranianos, la UE obligó a abrir sus fronteras comerciales, sin aranceles, a los gigantes agropecuarios de Ucrania. Y éstos se los comieron vivos a los “micro campesinos o agricultores” europeos.

Sin petróleo, y con los mercados locales abarrotados de productos agrícolas ucranianos, no hay “solidaridad” que aguante. Entonces, campesinos grandes y pequeños salieron a las calles a una guerra sin cuartel contra “sus” élites sumisos y recolonizados por los intereses norteamericanos.

Pero, no es sólo eso. Anunciado está que, bajo el relato de “adecuación al cambio climático”, Europa y el mundo deben dejar de consumir carne de res (porque emiten mucho etano, dicen), y optar por carne vegetal y productos orgánicos. Ahora, la subvención económica de los estados está orientada a las grandes corporaciones que fabrican la carne del aire, y distribuyen productos orgánicos exclusivos sólo para quienes tiene dinero.

Este “fenómeno” campesino, que, ahora “cerca” a las modernas urbes europeas, revive la memoria de las pasadas guerras irresueltas de “campesinos contra las urbes”. Al parecer, hoy, como ayer, los campesinos europeos salen a redimir sus irredentas historias inconclusas.

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