Marcelo Colussi
No caben dudas que el mundo ha involucionado hacia posiciones de derecha, cada vez más conservadoras, rayanas ya en el neonazismo. Lo que parecía imposible hace algunas décadas atrás, años 60 y 70 del pasado siglo, con el auge de luchas populares, movimientos sociales, guerrillas y planteos marxistas a lo largo del planeta, hoy es una patética realidad: los planteos de izquierda se han ido esfumando y la maquinaria mediático-cultural-ideológica del capitalismo ha instalado nuevamente un pensamiento de ultra derecha. El nazismo, definitivamente, no está muerto. ¡Está de regreso!
Con sutiles mecanismos de control social, muchas poblaciones han sido llevadas a optar en las elecciones generales por candidatos hiper conservadores, que lo único que traen son más penurias a las grandes mayorías populares, ayudando a borrar conquistas sociales que se consiguieron con largas décadas de luchas, con sacrificio y sangre. No puede decirse, en modo alguno, que esas poblaciones son “estúpidas”; mucho menos, que “los pueblos tienen los gobiernos que se merecen”. Decir eso es una tremenda falta de respeto, pero fundamentalmente, es no entender por qué el sentir popular va siendo llevado hacia esos desfiladeros. La falta de opciones políticas alternativas y un sutil, muy bien realizado trabajo de continuo bombardeo ideológico, posibilitan que la gente termine votando por sus propios verdugos.
Eso está pasando en diversas latitudes. En Argentina, quizá el caso más patético de todos, luego del descalabro que trajo un gobierno medianamente progresista como el del peronista Alberto Fernández (“progresismo” no significa cambio real, sino gatopardismo cosmético), viene esta reacción conservadora, de ultra derecha. Gana las elecciones con amplia mayoría un personaje atípico de la política como Javier Milei.
¿Qué representa este economista ultra neoliberal puesto a presidente ahora? Como voto castigo de una población desesperada (con niveles de empobrecimiento crecientes que eliminaron totalmente la prosperidad de otras épocas, proceso de retracción que comenzó en 1976 con la dictadura de Videla y los planes fondomonetaristas), como grito de hartazgo ante un proceso incontenible de pauperización, la llegada de este personaje es la demostración del triunfo de la prédica neoliberal. La gente, en vez de reaccionar por izquierda, es llevada a reaccionar por derecha. Pasó ya en varios lugares (Bolsonaro, Piñera, Duque en Latinoamérica, Meloni y Urban en Europa, Trump en Estados Unidos, y un largo etcétera de, muy probablemente, futuros por venir).
El Decreto de Necesidad y Urgencia 70/2023 de Milei, que establece la desregulación de la economía mediante la modificación y derogación de cientos de leyes, laborales en buena medida, y la ley “Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos”, que intenta llevar a extremos el proceso de privatizaciones y ataques contra la clase trabajadora, es el triunfo de los grupos neoliberales que alientan ese tránsito a un capitalismo cada vez más explotador. En redes sociales el usuario @Endwokeness (¿Elon Musk?) celebró, en inglés, “la eliminación de 12 de los 21 puestos del gabinete, el despido de 5.000 empleados gubernamentales, la derogación de regulaciones gubernamentales para 380.000, la prohibición del lenguaje ‘woke’ [progresista] en el Ejército, el impulso de un proyecto de ley para afirmar el derecho a la legítima defensa, otro para legalizar la educación de los niños en el hogar, propuestas para castigar a los organizadores de disturbios, recortes de asistencia social por bloqueos en los caminos, contratos de pago en bitcoin, privatización de empresas estatales y la apertura de la industria petrolera argentina”. ¿Por qué este aluvión anti-clase trabajadora, este capitalismo voraz sin la más mínima contemplación para favorecer a las grandes empresas privadas?
Para completar el trabajo, Milei movió fichas dentro de los mandos castrenses, nombrando a Alberto Presti como comandante del Ejército. Dijo el analista Pablo Llonto que “Políticamente es una señal que Presti [hijo de un genocida que murió impune] esté ocupando el cargo de jefe del Ejército. Que hayan pasado a retiro a 22 oficiales de mayor edad que él (…) forma parte de la reestructuración en el Ministerio de defensa”. ¿Represión brutal garantizada contra la posible protesta, contra la reacción popular?
El presidente Javier Milei es el Chirolita de Mr. Chasman (famoso ventrílocuo argentino con su muñeco) ¿Quién está hablando aquí realmente?
El mandatario, ahora aspirante a judío sionista, tiene vínculos con la Fundación Atlas Network, tanque de pensamiento estadounidense, subvencionada por poderosas multinacionales como Exxon-Mobil, Philip Morris o Koch Industries, con un perfil ultra reaccionario. Este grupo, exponente de un pensamiento neoconservador negacionista del cambio climático y profundamente opuesto a cualquier planteamiento de izquierda, financió en su momento a la Fundación Pensar de Argentina, grupo neoliberal que se fusionó con el partido político que llevara a la presidencia a Mauricio Macri, actualmente hombre fuerte tras el trono (¿Mr. Chasman?).
Estos tanques de pensamiento norteamericanos, manejando jugosos presupuestos, tienen como objetivo subvencionar a grupos promotores del libre mercado, atacando visceralmente cualquier iniciativa que cuestione el sistema capitalista, incluso los planteos feministas o de apoyo a la diversidad sexual.
Un texto de la revista de izquierda estadounidense Intercept (que busca generar un periodismo crítico y confrontativo por medio de una amplia gama de temas) denuncia que la Fundación Atlas Network opera como una extensión de la política exterior de los Estados Unidos, y que los tanques de pensamiento que apoya reciben fondos del Departamento de Estado Unidos y de la NED.
¿Será el experimento Milei un virus que se esparcirá por Latinoamérica? Hay que estar muy atentos, muy vigilantes, e impedir por todos los medios que esto pudiera suceder.
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