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Los guna son uno de los pueblos indígenas más importantes de Panamá. Con una población estimada en 62.000 personas, esta nación habita en la costa este del Caribe y en 49 de las 400 islas del archipiélago de Guna Yala (antes conocidas como San Blas). En los últimos años, su íntimo vínculo con el mar se ha visto amenazado por el calentamiento global y la elevación del nivel del agua. En consecuencia, 300 familias guna que habitaban en la isla de Gardi Sugdub se vieron obligadas a trasladarse a la costa, donde formaron un nuevo barrio guna. Pese a que la solución es la adecuada, aún restan muchos desafíos por resolver.

Foto: Familias guna en su nuevo hogar.
Familias guna en su nuevo hogar. Foto: Presidencia de Panamá

Hacinamiento y cambio climático en Panamá: reubicación de una comunidad guna desde su isla a la tierra firme

Por Bernal Damián Castillo Díaz*

Debates Indígenas, 6 de agosto, 2024.- El cambio climático está de moda. Y los gobiernos nacionales, bancos internacionales y, universidades estatales y privadas de cada país desean apoyar a las poblaciones indígenas con fondos económicos para realizar estudios de impacto ambiental. Esta práctica se repite en la comunidad guna que habita en la isla caribeña de Gardi Sugdub, en la comarca de Guna Yala, bajo el lema de ser “los primeros migrantes del cambio climático en América Latina”. 

Sin embargo, el traslado de los habitantes de Gardi Sugdub hacia la costa se debe, en principio, al aumento de la población que habita en la isla. Más allá del crecimiento vegetativo, la sobrepoblación también se explica por la migración de aquellos panameños que residían en las principales ciudades del país y se trasladaron a la isla para buscar estancia permanente o temporal. Esto ha provocado que las casas lleguen a su máxima capacidad.

Esta sobrepoblación ha provocado una serie de problemas sociales que se agudizan por las condiciones geográficas de una isla: las familias viven hacinadas, se multiplican los conflictos por la herencia de tierra, aumento de la violencia de género, falta de acceso a una alimentación saludable, desnutrición, drogadicción y sobreexplotación del turismo.

La pequeña isla de Gardi Sugdu, en el archipiélago de Guna Yala, en Panamá. La mayoría de sus 300 familias, pertenecientes al pueblo indígena yuna han debido dejar su isla, en un desplazamiento forzado por la subida del nivel del mar, como consecuencia del cambio climático. Imagen: Ministerio de Gobierno de Panamá. Foto: Inter Press Service.

De la isla a la barriada

En la comarca indígena Guna Yala, el cambio climático es evidente. En los últimos años, ha crecido el nivel del mar, las orillas de las islas se han hundido y la marea se ha llevado casas enteras. Este fenómeno se ha agravado a raíz de la deforestación marina y la sobreexplotación de los corales, que se utilizan para rellenar y ampliar las casas que están cerca de la orilla.

Ante estos hechos, la población de Gardi Sugdub decidió trasladar a tierra firme a sólo 300 familias, mientras que el resto se quedará en la isla. Esta idea había surgido en 2010 desde la comunidad y recién en junio de 2024 se logró con el apoyo del Gobierno Nacional, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Banco Mundial y las ONG. Para ello, la comunidad cedió el terreno y luego se construyeron las viviendas con fondos internacionales.

Un interrogante es quién va dirigir la nueva barriada, si la autoridad que gobierna en la isla o si se creará un nuevo gobierno local en la comunidad.

Ya creada la nueva barriada Isberyala (Nuevo Carti) en tierra firme, aparecen una serie de desafíos que enfrentar. El primero es la gobernanza. Un interrogante es quién va dirigir la nueva barriada, si la autoridad que gobierna en la isla o si se creará un nuevo gobierno local en la comunidad. Actualmente, los impuestos del transporte de carros que llegan y salen hacia la ciudad capital se pagan en la onmaggednega (casa tradicional) de la nueva barriada y luego son llevados a la comunidad sede ubicada en la isla.

Aún es temprano para saberlo, pero probablemente, en un futuro, esta nueva barriada se independice de la comunidad de Gardi Sugdub ubicada en la isla y conforme un nuevo poblado guna.

El pueblo Guna cuestiona que la nueva urbanización de Isberyala no respeta el estilo tradicional y cultural de las viviendas. Foto: Javier A. Jiménez Espino

El modelo educativo y el estilo de las viviendas

Para garantizar la educación de los niños y niñas, se construyó una escuela modelo con todas las condiciones necesarias para que puedan aprender. Incluso, se instaló un albergue estudiantil para que las y los estudiantes de diferentes comunidades puedan hospedarse. No obstante, ¿qué modelo de educación se impartirá? ¿Una educación bilingüe intercultural o la educación estatal?

Cuando se habla de escuela modelo, se deben traer nuevas propuesta de educación o, en todo caso, fortalecer la educación propia del pueblo Guna. De igual forma, proponer nuevos programas de estudios universitarios en el Anexo Universitario de Gardi Sugdub de la Universidad de Panamá, ya que hasta el momento sólo existe la carrera de educación. Por ejemplo, los guna también necesitan formarse en gestión agropecuaria y turismo sostenible.

Se construyeron casas prefabricadas, que rompen la forma de vida cotidiana de las comunidades guna de vivir en su entorno cultural y ambiental. Un ejemplo concreto es que los guna duermen en hamacas.

Un tercer desafío es que la construcción de las viviendas no contempló la cultura guna: los pobladores deseaban que tuviera el estilo de su pueblo. El diseño de las viviendas se basó en un programa del gobierno panameño: “Techos de Esperanza”. Así, se construyeron casas prefabricadas, que rompen la forma de vida cotidiana de las comunidades guna de vivir en su entorno cultural y ambiental. Un ejemplo concreto es que los guna duermen en hamacas.

El Gobierno contempló que cada familia tuviera un lote de 300 metros cuadrados y, además, construyó la casa comunal, la casa de la chicha, una cancha deportiva y una iglesia católica. Si bien ya se está instalando la luz en las casas, aún es escasa la presión del agua potable. Un problema grave es que la barriada no cuenta con un centro de salud propio, pues el puesto sanitario todavía está en la isla (el cual funciona en las malas, dicho sea de paso).

Si bien las familias guna están conformes con el nuevo barrio, aún restan muchos problemas por resolver: la provisión de agua potable, la gestión de residuos y la educación de los niños. Foto: Martin Bernetti

Efectos ambientales, turismo y trabajo de campo

Uno de los grandes problemas que tiene la comarca son los desechos sólidos que se arrojan en los manglares o mar afuera y, al corto tiempo, retornan a la isla. Aprendiendo de esta situación, la nueva barriada debe organizar dónde se almacenará la basura y el reciclado de desechos no orgánicos como el papel, el vidrio y el metal.

La nueva barriada fue construida en una zona de manglares, se deforestaron cientos de árboles y, además, es inundable. Por lo tanto, es necesario una reforestación en sus perímetros con el objetivo de que los árboles puedan evitar el hundimiento de la tierra en el futuro. Asimismo, se debería estimular el trabajo en el campo para lograr la soberanía alimentaria y no depender de comestibles de afuera. El trabajo agrícola también le generaría ingresos a las familias y beneficiaría al turismo local.

Finalmente, como la mayoría de las islas del Caribe, la comunidad de Gardi Sugdub está dedicada mayoritariamente al turismo. Los guna realizan paseos con sus botes, alquilan sus cabañas o son guías turísticos. Con la nueva barriada, será necesario un reordenamiento del puerto, con el objetivo de ubicar mejor los botes de los que viven en la isla y los que viven en la barriada.

Vista aérea de la nueva barriada en la costa caribeña de Panamá. Al ser una zona de manglares, es necesario tomar recaudos para evitar inundaciones. Foto: Martin Bernetti

Mucho trabajo por hacer

El pueblo Gunadale de la nueva barriada siente que no se deben olvidar sus prácticas tradicionales. Tanto la Casa del Congreso como del Innanega (Casa de la Chicha Fuerte) forman parte de su identidad. La comunidad también decidió otorgarle un terreno a la Iglesia Católica, la religión que afectaría la espiritualidad guna.

Aún resta realizar un ordenamiento territorial planificado, el presidente Laurentino Cortizo inauguró el nuevo poblado bajo una intensa propaganda política que acompañó el final de su gobierno. Sin embargo, no tuvo presente los problemas que todavía no se han resuelto: la provisión de agua potable, la gestión de residuos, el muro perimetral contra los animales salvajes, el ambiente y el acceso a la salud.

El cambio climático en la región de Guna Yala es latente: existen comunidades amenazadas de inundación por el desborde de los ríos, islas que se inundan entre los meses de noviembre a febrero y, un cambio en los vientos que ha provocado que el mar sea más brusco, lo cual afecta el traslado de una isla a otra.

Previendo que el calentamiento global se profundizará en los próximos años, aún resta mucho trabajo para salvaguardar a las comunidades guna.


 

Fuente: servindi.org

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